martes, 22 de abril de 2014

Hundimiento parte 2 Jueves, 14 de noviembre

El Alonso de Chaves, uno de los dos remolcadores que intervinieron en el rescate. El día 14 amaneció con el barco a 4 millas de la costa y no es hasta las 8:50 cuando se fijan dos amarres del Charuca Silveira, que consiguió sujetar firmemente al Prestige en su posición, pero sin iniciar las tareas de remolcado. Una hora después el Sertosa 32 consiguió también fijar sus remolques, pero por poco rompe los amarres del primero.
"> El accidente, y la previsible catástrofe ecológica, ya estaban en la mesa del gobierno regional y el estatal, sin que ninguno de los dos supiese qué hacer con el barco. Los armadores proponen entonces trasvasar el carburante a otro buque o llevar el Prestige a puerto para un hundimiento controlado, pero la capitanía marítima de La Coruña, tras consultarlo con un técnico de la Marina Mercante, desecha esas posibilidades por el alto riesgo que suponían las maniobras. Las autoridades, sin embargo, sólo propusieron la solución de alejar el buque de la costa para evitar que quede varado en ella. Fue entonces cuando el consejero de Pesca, López Veiga insiste en que «Hay que sacar ese barco de ahí de una puta vez».[13] Posteriormente se supo que el ministro de Fomento, Álvarez-Cascos, sólo solicitó informes técnicos cinco días después del accidente, cuando ya se había tomado la decisión de abandonar el barco, decisión que tomó por lo tanto basándose en opiniones de altos funcionarios, pero no técnicos.
"> A las 10:20, el director general de la Marina Mercante, José Luís López Sors, ordena que el barco se aleje de la costa en lo que se cree que fue una orden directa del ministro Álvarez-Cascos.[Sin embargo, se sospechó que el capitán Mangouras se negó a poner los motores en marcha para así ser remolcado a algún puerto de refugio, ya que el Prestige no encendió los propulsores. En ese momento se decidió enviar a Serafín Díaz Regueiro, de la Capitanía Marítima, a que se hiciera cargo del barco, ordenara arrancar motores y alejara el buque de la costa dirigiéndolo hacia el Noroeste (330º), creyendo así que se evitaría el daño del vertido; otra razón de la presencia de este técnico a bordo del Prestige era confirmar las informaciones que se estaban recibiendo sobre la verdadera situación en la que se encontraba el barco. A las 11 de la mañana, un helicóptero aterrizó en la cubierta del Prestige con cinco marineros de los que fueron evacuados la tarde anterior.
"> Tras vencer las reticencias del capitán, pues la versión oficial siempre insistió en la resistencia de Mangouras ante las maniobras de rescate ordenadas por las autoridades españolas, se consiguió que arrancasen los motores —a las 15:30 horas— y se aseguró que el barco comenzara a navegar mar adentro, a unos 6 nudos y, aparentemente, sin problemas; «Yo no noté vibraciones en el barco, ni en la cubierta ni nada que pudiese hacer indicar que el barco fuera en malas condiciones.
"> Es más, la puesta en marcha corrigió en tres o cuatro grados la escora, por lo que íbamos navegando a cuatro o cinco grados de escora» declaró luego Díaz Regueiro.Éste abandonó el barco a las 19:30 horas, cuando ya estaba a 25 millas al noroeste de Cabo Vilán y avanzando a velocidad constante, escoltado por cinco buques de Salvamento Marítimo y la fragata Cataluña —que llegó a la zona a primera hora de la mañana— para asegurarse de que se mantuviera a una distancia mínima de la costa de 61 millas; a las doce de la noche ya se encontraba a 65 millas. De regreso a La Coruña, Díaz Regueiro informó de los hechos al gabinete de crisis creado en la Delegación del Gobierno y dirigido por Arsenio Fernández de Mesa, quien declaró «Sale muy poquito combustible, un reguerito de fuel que se apaga y vuelve a salir en forma de bola, un manchón...» a la vez que insistió en la nula colaboración del capitán Mangouras en las labores de rescate.

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